domingo, 17 de junio de 2012

Dieta Sembawang y las miserias ocultas de Singapore.


            Singapore es un país extraño, es un cachito de Malasia que nunca le perteneció. Antigua colonia inglesa, conquistada por los japoneses en la Segunda Guerra Mundial, tiene un valor estratégico y comercial muy importante. Digamos que es puerta del Lejano Oriente a Europa, si ya se que coge el Indico por en medio, pero si jugáis a juntar Japón con Europa con rayitas por la parte azul del mapa entenderéis a que en refiero.

            En definitiva, uno de los tigres de Oriente y es probable que en una entrada normal os hubiera hablado de su calor, de su humedad, o de la cantidad de kilos que he perdido, y todo sea dicho, me hacían falta perder, por la mezcla de los anteriores factores sumados a 11 días en reparación a guardias de 6 horas.

            Pero bueno, cuando te das un paseo por Singapore y ves calles como Orchard Road, larguisimas, con edificios inmensos. O te das un paseo por el barrio chino, cenas en Clark Quay o visitas su jardín botánico en medio de la ciudad, lo único que puedes hacer es llevarte una imagen encantadora del sitio.

            Calles limpias, gente simpática, que a diferencia de otras grandes ciudades camina sin aparente stress (creo que el calor ayuda a tomarse las cosas con calma), y coño, hasta los restaurantes son baratos. Un centro financiero de gran importancia internacional, con una población local limitada, que tiene un vecino, Malasia, que le provee mediante cientos de pequeños ferries la mano de obra necesaria para una economía del sector servicios principalmente.

            Bien hasta ese punto solo te llama negativamente la atención las leyes locales, algunas de ellas absurdas como la ilegalidad del chicle, 1000 $ singapurenses (o 500 euritos al cambio), que las parejas no se puedan besar en la calle u alguna polladita por el estilo.


            Pero claro, cuando buceas por la ciudad te das cuenta de ciertos detalles que asustan. Uno de ellos es la gran cantidad de prostitución que hay, sobre todo con chicas chinas y filipinas, que supongo vendrán a Singapore a ganarse el pan de una manera menos ofensiva para ellas.

            Y la ultima, y también muy denigrante es el abusivo uso de la inmigración en el país. Esta vez, a pesar de estar 11 días en el país, no he tenido oportunidad de salir, y todo lo que os cuento es por embarques, desembarques y recaladas que he hecho a la ciudad y que me posibilitaron conocerla un poquito. Esta vez tan solo he visto el astillero, esta en una región de la ciudad, Sembawang, cerca del aeropuerto de Changüí, con una franja de agua no mas amplia que la ría a la altura de Portugalete que marca la frontera de este país. Y sinceramente no me ha hecho falta ver mas, y me ha dado una perspectiva mas real que la postal que te llevas en la mente dándote un paseo por Orchard.

            He hablado con los cúrrelas del astillero, y se trabaja así. Tu los ves, y todas las medidas de seguridad necesarias y mas, pero cuando hablas con ellos te das cuenta que la realidad dista mucho de lo que vemos en la portada. Los trabajadores del astillero en cuestión y muchas factorías del país son venidos con contratos de trabajo de Bangladesh, con permisos de residencia renovables cada 2 años.

            Hasta aquí normal, pero a que lo de Bangladesh mosquea, ¿verdad? Bueno, estos chicos, un buen mes de trabajo ganan al cambio unos 750 US $. Vamos poco mas de cien mil pelas. Bueno, viendo que el sueldo es una mierda, veamos en que consiste un buen mes de trabajo. Vivir en viviendas de 80 metros cuadrados con otras catorce personas para poder permitirse el pago del alquiler, y jornadas de entre 14 y 16 horas diarias para alcanzar con las horas extras incluidas esos 750 $ de los que hablamos.

            El gobierno singapureño, renueva periódicamente esos permisos de trabajo y residencia sin ningún problema, hasta que llegan a los 18 años que montan a los señores en un avión y les dan la patada en el culete para llegar a su Bangladesh natal. Ni nacionalidad por residencia continuada y pollas.

            En definitiva, me recuerda un poquito al sistema laboral existente en las minas de Gallarta a primeros del siglo XX, y a lo que nos abocan  estas políticas de austeridad que tan de moda a nivel mundial. Ummm, tiempo de fijarse y rectificar, o continuamos y nos convertimos al sistema “Made in Singapore”… esperemos que no.